El primer influencer de la historia
¿Sabías que el primer influencer de la historia fue un alfarero del siglo XVIII?
Mucho antes de que Instagram, TikTok o YouTube existieran, ya había quienes sabían muy bien cómo usar la imagen pública para impulsar sus ventas. En 1760, el ceramista británico Josiah Wedgwood encontró una fórmula que cambiaría la forma de hacer marketing: asociar su producto con una figura influyente.
Wedgwood recibió el permiso de la reina Carlota, esposa del rey Jorge III, para fabricar una vajilla exclusiva para la realeza. No tardó en aprovechar el tirón de esa alianza, y empezó a anunciar sus piezas como “Proveedor de Su Majestad la Reina”. ¿El resultado? Una oleada de pedidos de aristócratas y burgueses que querían sentirse un poco más cercanos a la realeza, simplemente comiendo en un plato similar al de la corona.
Se dice que incluso utilizó un prototipo de catálogo de productos, enviando muestras a embajadores y cortes europeas. Su estrategia fue tan efectiva que convirtió su pequeña alfarería en una marca internacional. Y sin redes sociales, ni vídeos virales.
Este ingenioso movimiento es considerado por muchos historiadores como el origen del marketing de influencers. Y aunque hoy la reina puede haber sido sustituida por celebridades o creadores de contenido, la idea sigue siendo la misma: asociar un producto a alguien que la gente admire o en quien confíe.
Así que la próxima vez que veas una taza con el logo de un influencer, recuerda que, de alguna forma, todo empezó con una vajilla… y con una reina.
