Formando carácter a través del deporte: disciplina, respeto y autoestima en los deportes de contacto
En esta entrevista, Fernando, profesor de la escuela Ultimatum Fight School, donde se imparten clases de Boxeo, Kickboxing, Muay Thai y K1, nos habla del impacto positivo que los deportes de contacto tienen en la infancia y adolescencia. Desde la gestión de emociones hasta el respeto mutuo, estos deportes ofrecen mucho más que fuerza física: forjan carácter, valores y sentido de comunidad.

¿Qué valores crees que aportan los deportes de contacto a los niños más allá del ejercicio físico?
Los valores que aportan los deportes de contacto, o como nosotros entendemos que se deben aplicar, se centran en la disciplina, la armonía y el respeto. Siempre pedimos que los niños respeten a sus compañeros, al profesor y a la sala. Al entrar a clase deben pedir permiso, y en cada ejercicio se saluda antes y después. Esto fomenta el compañerismo, evita la creación de grupos o distinciones, y refuerza la idea de que todos forman parte de un mismo equipo. También es una forma de canalizar cualquier fricción durante la clase. Además, estos deportes refuerzan la autoestima: cuando un niño que al principio se cansa fácilmente empieza a notar avances, se siente más fuerte, con más confianza en sí mismo.
¿Has notado cambios importantes en el comportamiento de tus alumnos más jóvenes desde que comenzaron a entrenar?
Sí, por supuesto. Hemos visto cómo algunos chicos o chicas que al principio eran muy nerviosos o tenían conductas difíciles, con el tiempo se calman. La disciplina que aprenden en los entrenamientos les ayuda también en casa, en el colegio y en su día a día. Este tipo de deporte les ayuda mucho a encaminarse, a encontrar el camino de lo que para nosotros es la base de la educación de un niño.
¿Cómo manejáis en clase las emociones como la frustración, el enfado o la euforia?
Intentamos que las emociones estén lo más equilibradas posible. Cuando un niño se frustra porque no le salen las cosas o está algo desanimado, lo animamos, le mostramos lo positivo de lo que está haciendo y los avances que ya ha conseguido. También le contamos casos de otros compañeros que han estado en situaciones parecidas y han salido adelante con buena actitud.
Cuando vemos enfado o malestar, buscamos calmarlo, que vuelva a su estado normal, evitando que esas emociones se alarguen o afecten al grupo.
Y si viene con euforia por haber logrado algo, por supuesto que lo felicitamos y le reconocemos el mérito, pero también le ayudamos a mantener los pies en la tierra. Creemos que lo mejor es que estén en un estado emocional estable, con armonía, y que se sientan bien consigo mismos. Eso es lo que buscamos cada día en nuestra escuela.
¿Qué le dirías a un padre o madre que tiene dudas sobre si este tipo de deporte es adecuado para su hijo?
Es normal que existan dudas, sobre todo porque muchas veces este tipo de deportes tiene mala fama por cómo se ha enseñado en el pasado en algunas escuelas. A veces se asocia con agresividad o con un ambiente conflictivo, y eso ha dejado huella. Pero yo siempre digo lo mismo: que vengan, que lo prueben, y que lo vivan por sí mismos.
En nuestra escuela —y sé que en muchas otras también— trabajamos con valores como el respeto, la disciplina y el compañerismo. Muchos padres se sorprenden cuando ven que hay más respeto aquí que en otros deportes, donde a veces hasta los padres se pelean en las gradas.
Aquí los niños aprenden a saludar, a respetar al compañero, al entrenador, a valorar el esfuerzo y a tener autocontrol. Incluso en la competición, después de un combate, se saludan, se abrazan, hay un ambiente sano.
Una vez que lo haya probado si el niño no se siente a gusto, no pasa nada, lo importante es que haga deporte y encuentre su sitio. Pero lo que no quiero es que tengan el concepto de que esto es malo o agresivo. Que lo prueben, y luego decidan.
¿Algún caso concreto que te haya emocionado o marcado especialmente como profesor?
Sí, hay varios casos que me han impactado bastante. Hemos visto a chicos con problemas de autoestima, de equilibrio o de movilidad que han conseguido avances muy grandes con nosotros.
Con el tiempo, ves cómo se integran, cómo empiezan a estar con el resto de compañeros, cómo se sienten uno más, y eso para nosotros es un orgullo enorme.
Lograr que un niño pierda el miedo, deje de sentirse inferior y se vea como uno más dentro de la clase es una satisfacción muy grande. Hemos vivido casos de niños que estaban bastante mal al principio y que ahora están completamente integrados dentro del grupo, disfrutando, aprendiendo y creciendo.
Eso es lo que nos llena de orgullo y lo que nos da fuerza para seguir trabajando cada día.
Esta entrevista con Fernando nos recuerda que los deportes de contacto no son solo técnica y esfuerzo físico. En su esencia, son un medio para enseñar a los más jóvenes a superarse, respetar y convivir. Un verdadero espacio de crecimiento, dentro y fuera del gimnasio.
